Como seres sociales, las personas necesitamos aprender una serie de normas que nos permitan vivir con los demás. Decir no al castigo físico no significa pensar que no vamos a enseñar normas e imponer límites a nuestros hijos e hijas.
Las normas son una parte necesaria del proceso educativo. A partir de ellas no sólo se regulan los comportamientos permitidos o censurados sino que se les ofrece a los niños una serie de elementos de contención que les permiten dar estabilidad y coherencia al mundo social en el que viven.
- Porque le ayuda a entender e integrar las normas que rigen el mundo en el que vive.
- Porque le ayuda a sentirse seguro.
- Porque les ayuda a “portarse bien”, a ser “mejores personas” y, por lo tanto, a tener un buen concepto de sí mismos.
Una de las finalidades de las normas es la de permitir que los niños y niñas las hagan suyas mediante un proceso crítico. Así podrán incorporarse cuanto antes al mundo de los adultos contando con las normas de sus mayores y a la vez con sus propias visiones y aportaciones.
¿Cómo establecer las normas?
Las normas se basan en razones conocidas y consensuadas entre padres e hijos. En aquellos casos en que el consenso no sea posible, los padres y madres explican y razonan las normas de la forma más comprensible para el niño o la niña. Las actuaciones han de ser educativas, no fruto de la comodidad.
Las razones argumentadas han de ser por el bien común de los niños, niñas y adultos. Padres e hijos estarán dispuestos a cambiar y
adaptar las normas si lo consideran oportuno. En la toma de decisiones, se debe respetar y tener en cuenta la opinión de los niños y las niñas.
Las decisiones deben tener una mínima estabilidad para facilitar la convivencia familiar. Se debe fomentar en padres e hijos la capacidad de anticipar las
consecuencias de sus actos Una vez realizados, hacer a los niños responsables de sus actos, no culpables de sus equivocaciones.