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Límites y normas, ¿por qué son necesarios?

Como seres sociales, las personas necesitamos aprender una serie de normas que nos permitan vivir con los demás. Decir no al castigo físico no significa pensar que no vamos a enseñar normas e imponer límites a nuestros hijos e hijas.

Las normas son una parte necesaria del proceso educativo. A partir de ellas no sólo se regulan los comportamientos permitidos o censurados sino que se les ofrece a los niños una serie de elementos de contención que les permiten dar estabilidad y coherencia al mundo social en el que viven.

  1. Porque le ayuda a entender e integrar las normas que rigen el mundo en el que vive.
  2. Porque le ayuda a sentirse seguro.
  3. Porque les ayuda a “portarse bien”, a ser “mejores personas” y, por lo tanto, a tener un buen concepto de sí mismos.

Una de las finalidades de las normas es la de permitir que los niños y niñas las hagan suyas mediante un proceso crítico. Así podrán incorporarse cuanto antes al mundo de los adultos contando con las normas de sus mayores y a la vez con sus propias visiones y aportaciones.

¿Cómo establecer las normas?

Las normas se basan en razones conocidas y consensuadas entre padres e hijos. En aquellos casos en que el consenso no sea posible, los padres y madres explican y razonan las normas de la forma más comprensible para el niño o la niña. Las actuaciones han de ser educativas, no fruto de la comodidad.

Las razones argumentadas han de ser por el bien común de los niños, niñas y adultos. Padres e hijos estarán dispuestos a cambiar y
adaptar las normas si lo consideran oportuno. En la toma de decisiones, se debe respetar y tener en cuenta la opinión de los niños y las niñas.

Las decisiones deben tener una mínima estabilidad para facilitar la convivencia familiar. Se debe fomentar en padres e hijos la capacidad de anticipar las
consecuencias de sus actos Una vez realizados, hacer a los niños responsables de sus actos, no culpables de sus equivocaciones.

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