Este artículo forma parte de mi proyecto final de máster, elaborado tras mi experiencia laboral en el servicio municipal de atención a niños y niñas que han sufrido violencia machista.
Consecuencias del maltrato
La violencia altera el desarrollo de los menores tanto a corto, medio y largo plazo en diferentes esferas de sus vidas. La infancia expuesta a la violencia de género presenta una serie de alteraciones superponibles al patrón descrito otras formas de maltrato. Los y las profesionales señalan que los efectos que provoca esta situación en los menores depende de aspectos tales como la mayor o menor cantidad de tiempo que en niño o niña estén expuestos a las situaciones violentas; el tipo de violencia que sufre (física, emocional tanto directa como indirecta, etc.); la edad del menor; la relación paterno-filial y la posibilidad de recibir, o no, ayuda especializada (Ángeles Espinosa, 2004). De tal modo, estas variables determinan que las consecuencias sean más o menos graves.
En el caso de las hijas e hijos, víctimas de la violencia de género, es difícil que integren estas experiencias en sus esquemas personales, es decir, no reevalúan la situación de igual modo que un adulto, ya que ellas y ellos se encuentran en una fase de su desarrollo personal en el que están forjando ese ideario de valores, es decir, los cimientos sobre los que se basa su personalidad no están todavía creados, sino que se van elaborando con las vivencias que acontecen durante su desarrollo. Por ello, el desconcierto que les produce estas situaciones traumatizantes, hace que no sean capaces de discernir con claridad en muchas ocasiones, el alcance de la gravedad de las situaciones que viven, y al darse estas situaciones de continua violencia dentro de su hogar, el lugar en el que se deberían de sentir protegidos, en el lugar donde han de forjar su personalidad, donde han de aprender a ser personas, hace que se sientan aún más confundidos, y que no sepan encajar dichas situaciones dentro de su esquema personal, haciendo el afrontamiento del trauma aún más difícil.
Es por ello que son frecuentes las sensaciones contrapuestas; desde lo afectivo encontramos la alternancia de sentimientos tristeza-euforia, miedo-rabia, autocompasión-culpa, a nivel de pensamiento al víctima revive una y otra vez el suceso traumático por lo que lo comportamental se altera de tal modo que aparecen conductas de evitación ante estímulos concretos asociados al suceso (coordenadas espaciotemporales, determinados lugares, objetos, etc.) , que pueden llegar a limitar de forma importante su vida cotidiana.
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